jueves, 19 de mayo de 2016

14 de febrero de 2016

Inimaginable, pero sucedió así...

Fuimos mis suegros, mi esposo y yo a una exposición de cosas "handmade" y luego a cenar con unos familiares. Después de haber cenado y tomado mi cafecito comencé a sentirme un poco extraña, pero no le di la más mínima importancia.
Mi esposo se fue a un concierto y yo decidí irme a casa a dormir, sin saber que esa noche iba a tener muy, pero muy pocas horas de sueño. 
Llegué a casa y me acosté, sin conseguir dormir, estaba muy cansada pero algo en mi cuerpo me indicaba que sucedía algo extraño. Me levanté y me preparé un té de manzanilla. Para todo esto mi esposo ya había llegado del concierto y se extrañó de verme a las 2:00 am aún despierta.

-No consigo dormir, hay algo que no me deja dormir. No me siento bien

Él me dijo que me acostara y respirara, que todo estaba bien. Pero no. 

Cuando me acosté sentí un aire frío que recorrió súbitamente mi cuerpo y sentí mi corazón detenerse una fracción de segundo. Me levanté precipitadamente y alarmada le dije: "No estoy bien"

Al terminar esta frase mi corazón comenzó a palpitar de manera acelerada y sentía que me faltaba el aire, me sentía perdida, débil, fría, extraña... asustada. Llevé mi mano al pecho y sentí mis latidos a mil por hora, algo que jamás me había pasado.

Me fui al baño y me senté en la orilla de la bañera, abrí la ventana y sentía el aire frío entrar, mi corazón latía demasiado rápido y a todo esto mi esposo ya estaba alarmado y preguntándome qué podía hacer por mí. Pero yo pensaba tantas cosas: "Me voy a morir aquí", "Me va a dar un infarto", "No me despedí de mis padres", un sinfín de pensamientos cruzaban mi cabeza y con la mano en el pecho sintiendo mis latidos le dije a mi esposo: 

-Llama a una ambulancia, necesito ver un doctor, ¡Por favor, haz algo!

Mi esposo llamó a sus papás y los diez minutos que se tomaron para llegar a la casa se mi hicieron eternos. Yo seguía en la ventana respirando y atenta a mis latidos cuando de repente mi suegra subió al baño y me vio. Vi en su cara un reflejo de preocupación y me dio unas gotas disueltas en agua, que bebí inmediatamente. 
Me puse una bata, pantunflas y me subieron al coche. Recuerdo que durante el camino me sentí más tranquila, mejor.
Al llegar al hospital no había nadie en urgencias así que me llevaron rápido a una habitación y la enfermera enseguida me tomó muestras de sangre y me hizo un electrocardiograma. 

A todo esto, tenía que responder sus preguntas médicas en francés. Yo, en estado convaleciente rebuscando en mi vocabulario cómo expresarme correctamente de lo que me había pasado.

Estaba acostada con una bata de hospital y gomas con cables en el pecho, un catéter en la vena (Auch) y una máscara de oxígeno. Veía a mi esposo y mi suegra que estaban sentados junto a mí. La enfermera venía de vez en cuando, pero siempre muy amable y gentil. 
Mi esposo salió por un momento cuando poco después entró el médico con mis resultados.
No sabía qué pensar, qué esperar, ¿alguna enfermedad maligna?¿un síndorme incurable? pensé en muchas cosas.

-¿Quién es usted en relación a mademoiselle Pérez?- preguntó el médico a mi suegra
-Soy su suegra

El médico asintió con la cabeza y abrió un sobre de papel. 

-El electrocardiograma me indica que su corazón está bien, sin embargo en su cuerpo tiene una deficiencia de potasio, lo cual es probable que se haya manifestado con palpitaciones en el corazón. Y además de esto, señorita, está usted embarazada.

-¿Embarazada yo? ¿No voy a morir? ¿No me va a dar un infarto? ¿Embarazada? ¿No me harán cirugía a corazón abierto? ¡Embarazada! ¡Estoy embarazada!

Sentí un alivio, una felicidad, un miedo, muchas emociones a la vez. Mi suegra mi miró estupefacta y salió en búsqueda de mi esposo para que le diera la noticia. Y cuando entró a la habitación me preguntó qué había dicho el médico.

-¡Vas a ser papá!

Se levantó de la silla y abrió incrédulo los ojos, sonrió y se acercó a abrazarme y besarme. Ninguno de los dos podíamos creerlo, pero así era. Nos íbamos a convertir en padres. Y por eso fue la crisis cardíaca, por eso sentía que algo extraño había en mí. Una nueva vida se formaba sin que yo tuviera pista alguna.
Al regresar a la casa y acostarnos a dormir (eran ya las 5:30 am) acaricié mi vientre con una sonrisa y miles de ideas en la cabeza. Pero con el corazón lleno de amor y alegría por la nueva vida que nos esperaba a ambos. Me sentí feliz, imaginaba muchas cosas y en mí comenzó a crecer una ilusión indescriptible, la ilusión de ser mamá.

La aventura de formar nuestra pequeña familia apenas comenzaba.






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